Rincones que visité durante 2012
- El día que rescataron a España me pilló lejos. Ella estaba pasando una temporada en Florianopolis, Brasil, disfrutando de una beca. Era una buena escusa (y oportunidad única) para poder conocer aquéllo una buena temporada. La estancia fue de 2 meses y medio y el último mes y pico lo dedicamos a hacer una ruta por Sudamérica.
- Con la mochila y con menos de 10 kilos cada uno, comenzó un viaje diferente ya que esta vez, comprenderíamos a la gente de primera mano, sin intermediación de una tercera lengua. Esta vez, yo hablaba su lengua y ellos hablaban la mia.
- Comenzamos visitando lo más turísitico, Foç de Iguazú y sus cascadas. Antes de llegar a Bolivia nos dimos el capricho de hacer unas jornadas de selva y naturaleza en el Pantanal (estado de Mato Grosso do Sul). Llegar a Bolivia fue comprobar lo que ya sabíamos, que era un país muy pobre. Hacía mucho tiempo, desde que visitamos Siria, que no veíamos tanta cantidad de niños trabajando, algunas infraestructuras básicas eran penosas (la carretera entre la cuarta y la quinta ciudad sin asfaltar). La moda de no pintar las fachadas de los edificiones por el elevado precio de la pintura (importada sí o sí). Rudos de mirada pero cariñosos de conversación así son muchos bolivianos que nos permitieron acercanos a sus problemas del día a día. Cruzamos los Andes y el altiplano en autobús hasta llegar a Perú, pasando por Copacabana y la Isla del Sol para conocer aquéllo que los incas y sus antepasados hicieron. Tan diferente a todo lo que habíamos visto hasta ese momento. Fronteras a pie y autobuses para comenzar a terminar el viaje desde Manaos, descendiendo el Amazonas en barco hasta Belem. Esta parte de Brasil nos recibió con humedad del 90% y temperaturas cercanas a 35 grados, pese a que el papel dice que estamos en invierno. La vida pasa un poco más lenta en estas latitudes. El viaje en barco era una experiencia que queríamos hacer y que disfrutamos mucho, nunca habíamos dormido en hamaca. En Belem confundimos el Atlántico entre tanta desembocadura y nos interrumpió el diluvio universal entre zumos, açais y feixoadas. La historia de su casco antiguo, maltratado por los años, me pareció una ciudad anciana. Un avión hasta Belo Horizonte la ciudad en la que rompió mano Niemeyer entre quesos y tropeixo, pero qué bien se come en Belo… y de allí más bus a la Cidade Maravilhosa de Rio de Janeiro, tan cosmopolita como Londres o Madrid y tan diferente. La ciudad que vive en periodos de 45 minutos y reza en cada descanso ante el abrazo del Cristo Redentor, su corcovado. Las playas de Copacabana, Ipanema o Leme, los barrios de Botafogo y Santa Teresa, ¡beleza!. De Rio a Sao Paulo donde un vuelo nos devolverá a una realidad bien diferente a la que dejamos cuando partimos hacia aquí. Un viaje inolvidable.
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