La noche anterior cenamos merluza con espárragos fritos, también tomamos vino blanco, el vino es nuestra manera de celebrar un día más.
Viendo anocheceres supimos que estábamos hechos el uno para el otro, y en uno de éstos, durante el silencio del ocaso una mirada nos juró compañía eterna. El tiempo se paró aquél día y hasta anoche no había vuelto a arrancar el segundero. Mi vida en un instante, sumergida en conversaciones, discusiones, domingos-por-la-tarde y risas. Risas de burla inocente ante las cosas importantes, lo complicado y lo inexplicable.
Juntos creímos encontrarle solución a nuestras vidas y al mundo entero en varias ocasiones. Política, deportes, economía, la extinción de la fauna marina, nuestro prisma era justo y resolvió algunos grandes enigmas de la historia. Todo tomaba forma bajo nuestros anteojos. Junto a él entendí el tiempo, el actual y el anterior. Juntos entendimos por qué el sol amanece cada día con energía renovada a pesar de los pesares. Nos recuerdo llorar juntos el 11 de aquél año, creyéndonos presos de una pesadilla que no podíamos resolver ni con el hechizo del silencio ante el ocaso. Durante este transcurso de caricias y de confesiones a desconocidos que llaman vida he creído entender tantas veces qué es ser feliz.
Anoche fue la última cena, nuestro último “buenas noches”, nuestra última canción y lo último que te dije fue un “te quiero”. Sincero final para una vida tan caprichosa. Menos mal que junto a ti entendí que cada día es único y diferente, menos mal que cada día fue el último durante mucho tiempo, menos mal que he podido despedirme de ti cada noche, menos mal que tú has hecho lo mismo. Ahora, estés donde estés sabes que fuimos felices. Sabes que el sol saldrá cada mañana e irremediablemente te iluminará la cara y sacará a relucir nuevas facciones, nuevos matices y tonalidades. Me pregunto donde estarás y que será de ti.
Yo no recuerdo bien, fue un rugido de la tierra, un grito del abismo se lo tragó todo. Cuando desperté ya no estaba en la cama, tú no estabas a mi lado, el ocaso había dejado paso a la noche.