Siempre he rechazado el positivismo barato. El que minusvalora los hechos negativos y en su lugar instaura la dictadura de la sonrisa.
Ese “todo vale en defensa de la sonrisa, de la felicidad“. Qué barato es pronunciar algunas palabras, qué libres nos sentimos de utilizar la libertad, felicidad, muerte con arreglo a según qué corrientes.
Pues sí, yo soy de la opinión que la desgracia, el desamparo, la soledad, el malestar, el dolor, la pena, te están dando una oportunidad para hacerte más real, más humano. Para conseguirlo tienes que aguantar el chaparrón. Seguramente tendrás que pasear por el infierno, limpiarte las heridas, reflexionar en soledad, llorar. Pon la metáfora que más te guste, como si quieres que te cuente el cuento del ave fénix, que necesitaba morir para renacer de nuevo con energías renovadas y experiencia acumulada.
Y como aplicamos todo esto a la situación actual.
Escuchando al que no encuentra trabajo, al que le pegan por manifestarse, al que ya no tiene seguridad social, al que tiene que emigrar, al que han tirado de casa, al que pide para vivir, al que se ha des-independizado, al emprendedor quebrado, al empresario ahogado, al que quiere cambiar lo que te rodea y muere en los intento. Menos al que se cruza de brazos, a todos los demás. Y con toda esa experiencia, con esas malas experiencias, crear. En tu ámbito, en tu día a día, nunca dejar de construir, de andar, del “tira palante, coño”.
Porque para evitar que algo no te baje los brazos hay dos maneras:
- Evitas la carga que llevas encima.
- Te haces más fuerte que la carga que llevas encima.